Pasea por las vacias calles de la ciudad, en busca de algo, en busca de alguien... pero no hay nada. Silencio. Sólo las frías gotitas de tormenta la acompañaban aquel nublado día de noviembre. Grita, pero nadie escucha sus llamadas de socorro. Llora, pero sus lágrimas pasan desapercibidas y se funden con la lluvia. Se sienta en un banco del parque, sin importarle que sus ropas se hallen cada vez mas empapadas y se dedica a admirar la escena mientras una infinidad de recuerdos regresan a su mente.
<<Dos niñas corriendo de la mano bajo una tromba de agua, riendo y saltando entre los charcos sin importarles la reprimenda de su madre horas más tarde. Bromas, cotilleos y algún que otro lloriqueo con la mejor compañía y bajo una manta en el sofá que hicieron volar el tiempo de una tarde en principio aburrida. Un beso mágico pasado por agua...>>

Una señora interrumpe sus pensamientos, seguramente aconsejándole que debería refugiarse. Al hacer caso omiso, esta se marcha con sus andares altivos y una mueca de disgusto. "¡Estos jóvenes de hoy en día!" Sonríe imaginando sus murmullos, y contempla el paisaje a su alrededor. Gente con prisas, paraguas grises inundando la avenida... y de repente los ve. Intenta llamar su atención, pero ningún sonido sale de su boca. Corre hacia ellos, pero un muro de cristal le impide seguir. Él nota su presencia, le guiña el ojo y vuelve la cabeza hacia los demás, que siguen sin reparar en su presencia.
Golpea fuerte, pero esta atrapada. No hay salida. Los pierde.
Está sola.
. . .
Se despierta de súbito, con el corazón palpitante entre sollozos y resuellos. Mira a su alrededor, alarmada, y se encuentra con su libro de historia abierto en el suelo y el reloj marcando las 21:23.
Mierda. Se ha dormido estudiando la Restauración y tendrá que apresurarse si quiere aprendérselo.
- Al menos ha sido todo un sueño, una mala pesadilla.
¿De verdad lo era?